Hay momentos en los que un gobernante se enfrenta a crisis complejas, y hay otros en los que el problema no es la crisis, sino la incapacidad absoluta para resolverla. Ese es el caso de la alcaldesa de Cadereyta, Astrid Ortega Vázquez, quien ha demostrado que ni siquiera con ayuda directa del gobernador del estado de Querétaro, Mauricio Kuri, es capaz de encaminarse hacia una solución seria y responsable ante la huelga que tiene paralizado al municipio desde hace semanas.
La situación ya es insostenible: el conflicto con el sindicato de trabajadores municipales continúa escalando, los servicios públicos están colapsados y la ciudadanía está cansada. Pero en vez de enfocarse en resolver con diálogo y humildad, la presidenta municipal ha optado por la confrontación, la simulación mediática y, ahora, la victimización institucionalizada.
La ayuda estaba sobre la mesa… y la rechazó
El gobernador Kuri no solo ha ofrecido mediar, sino que además redujo sustancialmente la deuda que se reclamaba. De los más de 50 millones de pesos que la presidenta exigía al gobierno estatal, se llegó a una negociación que la bajó a 13 millones. Incluso, el mandatario estatal aseguró que ya sólo se necesitan cerca de 10 millones para resolver el conflicto.
Pero en lugar de tomar esta vía de solución, Ortega Vázquez ha decidido organizar una marcha hacia la capital del estado, buscando presionar públicamente al gobierno estatal para obtener recursos que ya fueron ajustados y discutidos. ¿Qué busca entonces? ¿Más dinero, más reflectores o simplemente sostener su narrativa de “víctima del sistema”? Porque si con el respaldo del gobierno estatal no puede o no quiere resolver, la pregunta es clara: ¿qué está haciendo en el cargo?
El ejemplo de Pinal de Amoles: diálogo y liderazgo
El propio gobernador hizo referencia a un caso que debería avergonzar a la administración de Cadereyta. En el municipio de Pinal de Amoles, la presidenta municipal enfrentó una situación similar con su sindicato… y lo resolvió. ¿Cómo? Con diálogo, con disposición, con respeto y sin huelga.
Ese es el verdadero liderazgo: el que escucha, negocia, cede cuando es necesario y antepone el bienestar colectivo al orgullo personal o a los intereses políticos. En cambio, Ortega Vázquez ha elegido el camino del enfrentamiento, de las redes sociales, del show y del populismo digital. Gobernar no es posar frente a la cámara, es asumir las consecuencias de tus decisiones y actuar con madurez frente a los problemas.
Un municipio secuestrado por la necedad
El municipio de Cadereyta está pagando caro el capricho de su alcaldesa. Servicios detenidos, trabajadores desprotegidos, ciudadanos sin atención y una administración sin rumbo. Lo más irónico es que, aun teniendo a su favor el respaldo del gobernador, insiste en politizar el conflicto.
El gobernador fue claro: “Este no es un tema político, es un tema administrativo.” Pero parece que la presidenta de Cadereyta no sabe distinguir entre una manifestación legítima y un acto de manipulación para esconder su ineficiencia.
El problema ya no es el dinero, es la terquedad
La negociación ya estaba avanzada, el diálogo abierto y los canales disponibles. Pero cuando el objetivo no es resolver, sino prolongar el caos para victimizarse o mantener el control a base de presión, entonces ningún esfuerzo será suficiente.
El mensaje del gobernador Kuri fue contundente y prudente: hay disposición para apoyar, pero la voluntad tiene que estar de ambos lados. Y en Cadereyta, lamentablemente, la voluntad política está ausente.
Lo que le queda claro a la ciudadanía es que no se trata de recursos, se trata de liderazgo. Y cuando ni con ayuda externa se puede gobernar, el problema no es el conflicto… es quien ocupa el poder.
El tiempo se agota, la paciencia también. Y en Cadereyta, la alcaldesa se está quedando sin pretextos.