La administración municipal de Cadereyta, encabezada por una presidente que parece más preocupada por su imagen en TikTok que por resolver los problemas reales del municipio, ha convertido la huelga de trabajadores en un espectáculo de manipulación y simulación política. Lo más grave no es solo la huelga que ya lleva 40 días sin solución, sino la manera en que esta autoridad, bajo la bandera de Morena, reproduce las peores prácticas de su partido: mentir, victimizarse y lanzar “otros datos” como única defensa.
Desde el pasado jueves, la alcaldesa ha repetido hasta el cansancio que ya presentó una propuesta para solucionar el conflicto laboral y que el sindicato simplemente no ha querido responder. Hoy, sube el tono publicando en redes sociales un “ultimátum” —como si el gobierno municipal fuera un programa de concursos— en el que exige una audiencia inmediata y acusa al sindicato de no presentar respuesta ni contra propuesta.
Pero como ha sucedido a lo largo de este conflicto, la verdad vuelve a desmentir a la presidenta. El sindicato ha publicado un documento oficial, fechado el 21 de marzo, dirigido al Tribunal de Conciliación y Arbitraje, en el que solicita formalmente la audiencia para dar respuesta a la propuesta municipal. Es decir, el supuesto silencio del sindicato es otra mentira más.
La tiktokera gobernante y el colapso del discurso oficial
Esta administración parece haber olvidado que gobernar no es hacer videos, ni posar en redes sociales, ni culpar a otros. Gobernar implica tomar decisiones, respetar la ley y, sobre todo, resolver problemas. Pero en Cadereyta, eso no está sucediendo.
Lo que sí está ocurriendo es el deterioro progresivo de la imagen de la alcaldesa, cuya narrativa ya no convence ni a sus simpatizantes. Cada nuevo intento de manipular la opinión pública es rápidamente desmentido por los hechos. Cada palabra que dice, cada publicación en redes, solo deja al descubierto su incapacidad para asumir responsabilidades.
El conflicto sindical no solo es un reflejo de una crisis laboral, sino una muestra contundente del nivel de ingobernabilidad que vive Cadereyta. Las calles sin limpieza, los servicios municipales colapsados, las obras suspendidas y el descontento generalizado son síntomas de una administración que ha perdido el rumbo —si es que alguna vez lo tuvo—.
«Otros datos»: el guión repetido de Morena
Lo que sucede en Cadereyta no es una excepción: es parte de un patrón que ya conocemos. Durante seis años, el gobierno federal morenista se dedicó a descalificar, a mentir y a sostener narrativas alternativas con «otros datos». Hoy, esta fórmula fallida se repite en el ámbito local, con una alcaldesa que rehúye al diálogo real, inventa escenarios y juega a gobernar desde las redes sociales.
El problema es que, mientras ella juega, el pueblo paga. La ciudadanía de Cadereyta sigue esperando respuestas reales. No necesita discursos ni videos, necesita recolección de basura, apertura de oficinas municipales, mantenimiento de panteones y calles, y sobre todo, un gobierno que gobierne.
Este circo no ha terminado. Y si las cosas siguen como hasta ahora, aún queda mucho espectáculo por delante, aunque de comedia no tenga nada y el precio lo sigamos pagando todos. La pelota no está en la cancha del sindicato, como afirma la presidente. La pelota está rebotando en el vacío de una administración sin dirección, sin credibilidad y sin voluntad de resolver.
