Uno de los centros religiosos más importantes del estado de Querétaro, sin duda es el Templo de San Miguel en la delegación de éste mismo nombre, en el municipio de Tolimán.
¿Pero por qué hacemos semejante afirmación? pues por nada menos ni nada más que es el centro de culminación de una fiesta en honor al Arcángel San Miguel, en el que participan miles de personas en todo el municipio.
La fiesta que dura aproximadamente 3 meses es un rito del que ya hemos hablado con anterioridad en estas páginas, pero ahora queremos abordar el tema desde otra perspectiva.
¿Cómo es y en dónde se encuentra este centro de culto y veneración?
El día que fuimos a recabar las imágenes para este artículo, era un día como cualquier otro, en la pacífica delegación de San Miguel en Tolimán.
Este pueblo está enclavado en el corazón del semidesierto queretano y es parte de una de las 2 zonas indígenas más importantes con las que cuenta el estado de Querétaro.
El pueblo se reconoce orgullosamente indígena y aun mucha población tiene la gracia y la fortuna de hablar su lengua natal que es el Ñañú.
Los Otomies son uno de los pueblos originarios de México prehispánico, su orígenes se remontan datan de varios milenios antes de la era cristiana, según definen los estudiosos de esta materia.
Los Otomíes, habitan un territorio discontinuo en el centro de la República Mexicana, está emparentado lingüísticamente con el resto de los pueblos de habla otomangues.
Este pueblo en todas sus regiones, comprenden una población de más de 600 mil habitantes, principalmente en los estados de Hidalgo, México y Querétaro, lo que lo convierte en el quinto pueblo indígena más numeroso del país.
De acuerdo a la Enciclopedia Wikipedia, “La lengua otomí presenta un alto grado de diversificación interna, de modo que los hablantes de una variedad, suelen tener dificultades para comprender a quienes hablan otra lengua”.
Por ello, los nombres con los que los otomíes se llaman a sí mismos son numerosos: ñätho (valle de Toluca), hñähñu (valle del Mezquital), ñäñho (Santiago Mezquititlán en el Sur de Querétaro) y ñ’yühü (Sierra Norte de Puebla, Pahuatlán) son algunos de los gentilicios que los otomíes emplean para llamarse a sí mismos en sus propias lenguas, aunque es frecuente que, cuando hablan en español, empleen el etnónimo otomí, de origen náhuatl.
El singular pueblito de San Miguel cuenta con una plaza principal que viene siendo como el atrio de la iglesia, un kiosko se encuentra a un costado de la explanada de la Iglesia que en tiempos de la Fiesta de San Miguel sirve para la preparación del rito del levantamiento del Chimal.
En esta explanada permanecen unos enormes troncos perfectamente rectos que son las columnas que sostienen el chimal, y que fueron trasladados prácticamente a mano desde el bosque donde fueron cortados.
Ahí también se encuentra una fuente de cantera que, por el paso de los años, se ha desgastado y destruido, pero a pesar de la importancia de este centro ceremonial, las autoridades que han pasado a lo largo del tiempo en las distintas administraciones, no se han preo cupado por su remodelación, por lo que se encuentra en desuso.
La plaza es rodeada por una arbolada de distintas especies, que hacen del lugar un consuelo para el intenso calor que se siente la mayor parte del año.
El templo, del que inició su construcción en el año de 1720 en honor al Arcángel San Miguel, tardó en edificarse nada menos y nada más que 60 años, es prácticamente de roca volcánica extraida seguramente del Río que pasa, (cuando trae mucha corriente y ha llovido fuerte en las zonas altas de la región) muy cerca del lugar.
Este templo no es de mucha opulencia ni tampoco de grandes proporciones, pero el significado que representa a todo el pueblo de Tolimán, es enorme.
Los pisos son de mármol gris y rosa, también extraído muy seguramente del pueblo vecino de Cadereyta, donde abunda este material.
La sencillez del templo nada tiene que ver con la importancia cultural y religiosa para el pueblo en su conjunto.
Su decoración es prácticamente de pintura y se encuentra más o menos cuidada.
El día que visitamos este lugar nos llevamos una tremenda sorpresa al escuchar a una mujer como entre sollozos y lamentos, le rezaba a Dios y al Arcángel, en esta época tan dificil con la pandemia a cuestas, no fue nada raro escuchar el dolor que trataba de expulsar esta mujer en momentos como estos.
Adicionalmente, la delegación de San Miguel está plagada de pequeñas capillas familiares que son parte del patrimonio histórico cultural del pueblo otomí de la región, lo cual ha sido declarado patrimonio de esta cultura que es cuidada celosamente por sus propietarios, aunque muchas de ellas ya se usan como parte de las habitaciones de los hogares de estas familias.
Si tienes oportunidad de visitarla, no dudes en tomar impresionantes fotos en este encuentro con un pueblo milenario que es orgullosamente parte de nuestra historia y cultura.
Ven y disfruta del semidesierto queretano.