El Templo y Convento de la Santa Cruz, es uno de los principales centros culturales y religiosos de la capital queretana, y uno de los puntos más visitados por los turistas nacionales y extranjeros, esencialmente por su árbol de las espinas en forma de Cruz.
De acuerdo a los datos que se tienen sobre la caída de la ciudad de Querétaro, en la que conocemos que, tras la derrota sufrida a manos de los españoles a mediados del siglo XVI, fue cuando se inicia el proceso de exterminio o evangelización de los indios de la región, con ello, comenzó un camino hacia la recolonización en esta parte del mundo, para dar paso a una nueva muestra de fe a deidades completamente distintas a las que se tenían de nuestros ancestros indígenas de aquella época.
Se dice que la última batalla de resistencia de los indígenas locales se dio el 25 de Julio de 1531, fecha en la que se comienza la implantación de una nueva cultura entre los pueblos originarios mediante el uso de la fuerza y diversos artilugios para que aceptaran la fe de los invasores.
Una de estas formas fue la construcción de nuevas edificaciones que nada tenían que ver con las de los locales, creando imponentes construcciones tanto para vivienda de los nuevos colonizadores, como para la casa de su Dios.
Así surgieron los templos, capillas y conventos de la “Nueva España”, que eran maravillosas muestras arquitectónicas que se fueron creando conforme se consolidaba más la “conquista”.
Uno de estos templos que quedó para la posteridad y que representa todo un ícono para los queretanos y quienes visitan esta ciudad, es el famoso Templo de la Santa Cruz, que se encuentra ubicado en el cerro del Sangremal donde, como ya dijimos, en el que se dio la última resistencia del pueblo Otomí Chichimeca de esta zona.
Para esta construcción se colocó la primera piedra casi posterior a la delegación de los indios del lugar, en la que se tuvo una pequeña ermita que después sirvió de base para la construcción del templo hacia el año de 1649 cuando inicia su construcción de manera formal.
El convento es famoso en toda la república por el árbol de las cruces, ya que éste produce espinas en forma de cruz pero adicionalmente tiene una espinita que le sale en cada una de las 3 orillas.
Este árbol es de la familia de los arbustos de las mimosas, que se reproducen a base de nódulos, que son cuando las raíces se curan, se van uniendo y así se van reproduciendo.
Otra peculiaridad de este árbol es que no tan fácilmente se reproduce en otros lados, aunque existía una planta similar la misión de Tilaco en Landa de Matamoros y en la de Jalpan, en la zona serrana de Querétaro; según cuentan los lugareños.
A medida que construían el templo, en el convento eran más evidentes los problemas con la falta de agua, además de que se encontraba en una de las partes más altas de la ciudad y no tenía como dotar del vital líquido hasta este lugar.
No fue hasta el año de 1726 cuando doña Ana Paola Guerrero, Marquesa de la Villa del Villar del Águila, que a través de su esposo decidió donar la cantidad de 88 mil pesos para la construcción del Acueducto de Querétaro, que sirvió no sólo para dotar de agua al convento, sino a la población de la ciudad de Querétaro en su conjunto.
El convento de la Santa Cruz llegó a su máximo esplendor a mediados del siglo XVIII y comprendía una superficie de varias hectáreas que servían para diferentes actividades, de los monjes franciscanos que eran la orden que desde un principio se había hecho cargo de la misión.
El templo comprendía áreas de siembra, huertas, y hasta un panteón que mantenía a los más de 200 monjes muy ocupados durante el día.
Con el pasar del tiempo los conflictos existentes en el país envolvieron principalmente a la iglesia y todas sus órdenes religiosas, por lo que los embates también vinieron a golpear la estabilidad del convento y sus monjes Franciscano.
Con las Leyes de Reforma como en todo el país, las propiedades de la Iglesia pasaron a manos del gobierno y las de Querétaro no fueron la excepción.
El convento fue utilizado como cuartel en múltiples ocasiones y una de esta sirvió para albergar a Maximiliano de Habsburgo, el último emperador de México, que fue preso en una celda antes de pasar al cuartel de Capuchinas para finalmente ser fusilado en el Cerro de las Campanas.
El convento es actualmente la Universidad filosófica de la orden franciscana y en él se encuentran múltiples jóvenes que son huéspedes permanentes de dicho lugar.
Ahí no solo llevan a cabo su preparación ideológica, sino es parte de su formación sacerdotal para quienes quieren llegar a ser sacerdotes franciscanos.
El Templo de la Cruz tiene a su vez diversas muestras culturales y religiosas durante el año, dentro de las más importantes es la velación previa a la procesión del silencio que circula por las principales calles del centro de la capital queretana durante la Semana Santa.
Otra celebración importante es la del día de la Santa Cruz, en el cual se dan cita todos los grupos de danzantes y concheros en los alrededores del templo, por lo que sin duda es una visita obligada a Querétaro.
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