Cadereyta, Qro.-La marcha encabezada por Gilberto Herrera Ruiz y la presidenta municipal de Cadereyta, Astrid Ortega, fue un rotundo fracaso. No contó con el respaldo genuino de la ciudadanía cadereytense; los únicos asistentes fueron empleados municipales, exfuncionarios y subordinados del propio Gilberto Herrera Ruiz. Una vez más, quedó en evidencia la capacidad de manipulación de quien, sin duda, se ha convertido en el principal creador de caos social en Querétaro.
Como abogado y ciudadano, no puedo dejar pasar por alto esta farsa. Resulta indignante observar cómo personajes vinculados al grupo político de Gilberto Herrera Ruiz intentan imponer una narrativa falsa, utilizando recursos públicos y estructuras clientelares para simular respaldo popular.
Entre los asistentes se encontraban las hermanas Benítez —una diputada federal y otra local—, ambas protegidas políticas del mismo grupo. También participó el diputado Eric Silva, quien incurre en usurpación de profesión al ostentarse como odontólogo sin cédula profesional, apareciendo únicamente con un registro como psicólogo en el estado de Tabasco.
No puedo omitir la presencia de la actual presidenta estatal de Morena, de quien tengo pruebas documentales que acreditan que recibió hasta cuarenta mil pesos en viáticos en el programa Bienestar sin acudir a trabajar, ni la participación de Astrid Ortega, presidenta municipal de Cadereyta, quien continúa mintiendo sobre su formación académica.
La ciudadanía no los respalda porque ha despertado. Esta marcha fue una simulación más: sin legitimidad, sin verdad y sin pueblo. Gilberto Herrera Ruiz ha dejado de ser un servidor público para convertirse en un operador político del conflicto, sembrando división y desinformación donde deberían existir propuestas y soluciones.