El eco de su zapateado aún resuena en los escenarios, su risa sigue danzando en los recuerdos de quienes la conocieron y su legado, aunque truncado por la violencia, permanecerá imborrable. La odontóloga Perla Citlali Martínez Zúñiga, de apenas 27 años, no solo se distinguía por su excelencia profesional, sino también por su pasión inquebrantable por el huapango, donde se consagró como campeona nacional. Hoy, su nombre se convierte en un emblema de lo que no debió suceder, de una vida llena de promesas que fue arrebatada con brutalidad en su propia clínica, ubicada en la colonia Quintas de Guadalupe, en San Juan del Río.
Una vida de esfuerzo y pasión
Desde temprana edad, Perla Citlali demostró una tenacidad inusual. Equilibrar el rigor académico con la disciplina del huapango no era tarea sencilla, pero su amor por ambas vocaciones la llevó a sobresalir. Como odontóloga, se ganó la confianza de sus pacientes con su calidez y compromiso; como bailarina, conquistó escenarios con un talento que parecía desafiar la gravedad misma.
Quienes la conocieron, la describen como una mujer de espíritu indomable, con un brillo especial en los ojos cuando hablaba de sus sueños. Su andar dejaba huellas no solo en el entarimado de los concursos de huapango, sino también en el corazón de su familia, amigos y comunidad.
El crimen que conmocionó a San Juan del Río
El asesinato de Perla Citlali ha sacudido a la sociedad, generando indignación y una profunda sensación de impotencia. De acuerdo con información extraoficial, su cuerpo presentaba huellas de violencia extrema, un reflejo de la crueldad desmedida que aún prevalece en nuestra sociedad. Su clínica, un espacio donde brindaba salud y confianza a sus pacientes, se convirtió en el escenario de una tragedia que jamás debió ocurrir.
San Juan del Río se encuentra de luto. Su comunidad, aún incrédula, exige justicia y clama por el fin de la violencia que, día con día, se cobra más vidas inocentes. Nadie debería ver truncado su futuro de una manera tan atroz; nadie debería dejar de bailar antes de tiempo.
El lgado que perdura
A pesar del dolor y la indignación, Perla Citlali deja un legado imposible de borrar. Su talento, su esfuerzo y su alegría seguirán vivos en cada competencia de huapango donde alguna vez deslumbró con su arte. Cada persona que pasó por su consultorio llevará consigo un pedazo de su dedicación, de su humanidad.
Este homenaje no es solo un recordatorio de quién fue Perla Citlali, sino también un llamado a no permitir que su historia quede en el olvido. Porque una joven con tanto por ofrecer al mundo no puede ser solo una cifra más en la estadística de la violencia.
Hoy, más que nunca, su zapateado resuena en el alma de quienes la conocieron. Y aunque su ausencia duele, su esencia seguirá danzando, libre y eterna, en cada compás de huapango que se escuche en los rincones de México.
Que su recuerdo nos inspire. Que su luz no se apague. Que haya justicia.