En una rueda de prensa que podría calificarse como un gran acto de despecho político, el ex candidato a la presidencia municipal de Querétaro, Pancho Pérez, y la ex diputada local, Isabel Aguilar, anunciaron su renuncia al PRI. ¿La razón? Pues, aparentemente, casi 40 años de militancia no fueron suficientes para soportar lo que ellos describen como un “acuerdo político nacional” entre Morena y el dirigente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas. ¡Qué sorpresa!
Según los recién emancipados ex priistas, la gota que derramó el vaso fue que el Tribunal Electoral Superior se brincó a la sala regional de Toluca y emitió un veredicto antes de tiempo. Un golpe bajo, sin duda. Y como si fuera un déjà vu de esos tiempos gloriosos del PRI, acusan a «Alito» (Alejandro Moreno, por si alguien no lo recuerda) de haber transformado al partido que alguna vez representaba a las masas sociales en una especie de franquicia. Sí, ya saben, como si el PRI no hubiera hecho eso durante décadas. ¡Qué novedad!
Según Pancho e Isabel, el PRI de hoy ha olvidado su esencia, y quien ose pensar diferente es automáticamente enemigo. Claro, porque antes todos en el PRI eran modelos de pluralidad y respeto a las opiniones contrarias… ¡Por favor! Lo más divertido es cómo acusan a Moreno de dirigir el partido como una dictadura personal. ¡Vaya sorpresa! Como si el PRI no hubiera sido una maquinaria vertical en su organización durante, no sé… ¿el siglo pasado?
Pero esperen, esto no termina aquí. Los ahora ex priistas se quejan de que el partido ha sido reducido a un grupo de incondicionales como Paul Ospital y Abigail Arredondo. ¡Qué tragedia! No por la denuncia, sino porque parece que les duele no estar ellos en ese “grupo selecto”. Según Pancho, el problema es que algunos “sin mérito” están obteniendo oportunidades. ¡Porque ya sabemos que en la política el mérito siempre ha sido lo más importante!
No podían faltar las acusaciones de corrupción. Pancho, con la voz quebrada (al menos en espíritu), se lamentó de que el PRI está dirigido por alguien con un “enriquecimiento económico inexplicable”. Sí, porque nunca antes se había escuchado hablar de enriquecimientos inexplicables en el PRI… ¡Vaya descubrimiento! Y claro, la cereza del pastel: acusan a Moreno de usar su posición como un escudo para protegerse de múltiples investigaciones. Algo que en política es completamente inaudito, ¿verdad?
Y aquí viene la profecía: el PRI, dicen, está en riesgo de convertirse en un partido satélite que vende sus votos al mejor postor. Como si eso fuera algo nuevo en la política mexicana. ¡Pero qué tragedia para nuestra democracia!
Por último, en un remate digno de un telenovelón político, Pancho apunta directamente a Paul Ospital, al que describe como “el Yunes de Querétaro”. ¿Y quién no quiere su propio Yunes en cada estado? Claramente, Querétaro no se podía quedar atrás en esta feria de absurdos políticos.
En resumen, parece que Pancho e Isabel, cansados de no tener su tajada del pastel, han decidido tomar la salida «digna» del PRI. Claro, con mucho dramatismo y acusaciones de corrupción… ¡Cómo si esto fuera una novedad! La pregunta es: ¿será que su renuncia realmente importa o es solo otro capítulo en el largo folletín de la política mexicana?