Misión de Tancoyol

Una de las bases franciscanas

Misión de Tancoyol

para el sometimiento indígena

En la primera edición de nuestra revista Xochiquetzal, iniciamos con un artículo sobre la Misión “Franciscana” de Jalpan de Serra, que es una de las 5 establecidas en el territorio de la Sierra Gorda Queretana.

En aquel escrito, narramos parte de la historia que se desarrolló para que finalmente quedarán establecidos estos que pudieran ser considerados como unos monumentos al sometimiento y masacre de los pueblos indígenas de la región serrana.

La belleza arquitectónica de estas Misiones, radica básicamente en su fachada, en la que se muestran diferentes iconografías en el que se establece una serie de mensajes que envuelven todo el sometimiento indígena tras la conquista de este territorio, disfrazado en la simbología católica así como la profunda cosmovisión indígena.

En esta oportunidad les hablaremos de la Misión de Tancoyol, que se encuentra en la delegación municipal del mismo Nombre en el municipio de Jalpan de Serra, a 25 kilómetros de su cabecera municipal.

La Misión de Tancoyol, al igual que las otras 4 que conforman las misiones de la Sierra Gorda Queretana, fueron inscritas en la lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el 3 de julio de 2003, como valor universal excepcional cuyo testimonio construido en la última fase de evangelización del interior de México a mediados del siglo XVIII.

Los templos, son parte de una corriente barroca dominante en la época de su construcción, en el que se muestra tanto la evangelización y remembranza de antiguos cultos, en donde lo mismo conviven vírgenes y santos, ángeles y demonios, así como jaguares, águilas bicéfalas, mazorcas de maíz y plantas sagradas para los pobladores nativos.

El proceso para la declaratoria de Patrimonio Mundial fue largo y tedioso, en el que se buscaba “rescatar y poner en valor dichos bienes culturales que habían estado prácticamente olvidados por casi dos centurias”, según apunta Jorge Luis Sáenz, en su libro “Misiones Franciscanas de Querétaro”.

Jorge Luis refiere que “en 1969, la investigadora Monique Gustin publicó El barroco en la Sierra Gorda, (INAH), lo que contribuyó notablemente a que se “redescubrieran” estas joyas de la arquitectura”.

“En dicho texto, Gustin afirma que “construida por el misionero y por la nueva comunidad cristiana, la iglesia de la misión era el símbolo del establecimiento definitivo del cristianismo””.

“Desde principios de los años 70 del siglo pasado, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que laboraban en Xilitla, San Luis Potosí, advirtieron la necesidad urgente de iniciar trabajos de conservación en las cinco misiones serranas”.

“Durante los años 80 y 90, el INAH, con apoyo del gobierno estatal, llevó a cabo varias temporadas para la restauración de los principales elementos arquitectónicos de los templos, especialmente de la restitución cromática de sus portadas y campanarios”.

Uno de los principales precursores de este nombramiento fue el doctor Miguel León Portilla, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), escribió la presentación del Expediente técnico para la postulación de la Misiones franciscanas de la Sierra Gorda (2001), destacó entonces el buen estado de conservación de las iglesias, claustros, torres y atrios de las mismas.

También resaltó que las portadas “constituyen grandes páginas hechas de argamasa, pletóricas de significaciones y símbolos… Me limito aquí a destacar la convergencia de la mano indígena, manifiesta en la profusión de figuras de plantas, flores, mazorcas de maíz, guirnaldas, conchas, animales, monstruos, ángeles, algunos de ellos empenachados”.

“Para adoctrinar y pacificar a los pobladores de la Sierra Gorda en los templos recién erigidos, los padres franciscanos fernandinos recurrieron a las imágenes como libro didáctico, como plástica esencial para la divulgación de sus mensajes teológicos”, escribió la doctora Elisa García Barragán, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

En el caso que nos ocupa que es la misión de San Antonio Tancoyol que es el nombre correcto de la localidad donde se localiza el conjunto religioso de Nuestra Señora de la Luz. “Se estima que su posible autor sea fray Juan Ramos de Lora, quien residió allí de 1761 a 1767. En su portada se puede observar un jaguar en uno de los mascarones, que remata una de las columnas que combinan los estilos estípite y salomónico”, apunta Jorge Luis Sáenz.

“Su fachada es iconográficamente la más elaborada de las cinco misiones y se distingue por tener cinco calles. Está dedicada a Nuestra Señora de la Luz, imagen que fue retirada de su sitio. También, en cada extremo, presenta seis figuras de ángeles representados con elementos de la Pasión: el látigo y la Santa Faz, la columna de la flagelación con la mano del bofetón, la escalera, la cruz y el mazo, un racimo de uvas y la lanza, entre otros”.

La lucha de un pueblo guerrero y nómada, hizo hasta lo imposible para evitar el sometimiento español y la inducción de una religión que no querían y no entendían lo mismo de misioneros agustinos, dominicos y franciscanos que trataban de “pacificar” y evangelizar la Sierra Gorda.

Las misiones al final se constituyeron como fortificaciones franciscanas en las que finalmente fueron derrotados tras la fuerza militar, al mando del coronel José de Escandón, conde de la Sierra Gorda, con el que se enfrentaron los últimos rebeldes (jonaces y ximpeces) en la mítica batalla del Cerro de la Media Luna, donde cuenta la leyenda que los chichimecas “decidieron suicidarse, arrojándose desde las barrancas, antes que caer en manos de los españoles”.

Misión de Tancoyol

abril 30, 2024

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En la primera edición de nuestra revista Xochiquetzal, iniciamos con un artículo sobre la Misión “Franciscana” de Jalpan de Serra, que es una de las 5 establecidas en el territorio de la Sierra Gorda Queretana.

En aquel escrito, narramos parte de la historia que se desarrolló para que finalmente quedarán establecidos estos que pudieran ser considerados como unos monumentos al sometimiento y masacre de los pueblos indígenas de la región serrana.

La belleza arquitectónica de estas Misiones, radica básicamente en su fachada, en la que se muestran diferentes iconografías en el que se establece una serie de mensajes que envuelven todo el sometimiento indígena tras la conquista de este territorio, disfrazado en la simbología católica así como la profunda cosmovisión indígena.

En esta oportunidad les hablaremos de la Misión de Tancoyol, que se encuentra en la delegación municipal del mismo Nombre en el municipio de Jalpan de Serra, a 25 kilómetros de su cabecera municipal.

La Misión de Tancoyol, al igual que las otras 4 que conforman las misiones de la Sierra Gorda Queretana, fueron inscritas en la lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el 3 de julio de 2003, como valor universal excepcional cuyo testimonio construido en la última fase de evangelización del interior de México a mediados del siglo XVIII.

Los templos, son parte de una corriente barroca dominante en la época de su construcción, en el que se muestra tanto la evangelización y remembranza de antiguos cultos, en donde lo mismo conviven vírgenes y santos, ángeles y demonios, así como jaguares, águilas bicéfalas, mazorcas de maíz y plantas sagradas para los pobladores nativos.

El proceso para la declaratoria de Patrimonio Mundial fue largo y tedioso, en el que se buscaba “rescatar y poner en valor dichos bienes culturales que habían estado prácticamente olvidados por casi dos centurias”, según apunta Jorge Luis Sáenz, en su libro “Misiones Franciscanas de Querétaro”.

Jorge Luis refiere que “en 1969, la investigadora Monique Gustin publicó El barroco en la Sierra Gorda, (INAH), lo que contribuyó notablemente a que se “redescubrieran” estas joyas de la arquitectura”.

“En dicho texto, Gustin afirma que “construida por el misionero y por la nueva comunidad cristiana, la iglesia de la misión era el símbolo del establecimiento definitivo del cristianismo””.

“Desde principios de los años 70 del siglo pasado, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que laboraban en Xilitla, San Luis Potosí, advirtieron la necesidad urgente de iniciar trabajos de conservación en las cinco misiones serranas”.

“Durante los años 80 y 90, el INAH, con apoyo del gobierno estatal, llevó a cabo varias temporadas para la restauración de los principales elementos arquitectónicos de los templos, especialmente de la restitución cromática de sus portadas y campanarios”.

Uno de los principales precursores de este nombramiento fue el doctor Miguel León Portilla, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), escribió la presentación del Expediente técnico para la postulación de la Misiones franciscanas de la Sierra Gorda (2001), destacó entonces el buen estado de conservación de las iglesias, claustros, torres y atrios de las mismas.

También resaltó que las portadas “constituyen grandes páginas hechas de argamasa, pletóricas de significaciones y símbolos… Me limito aquí a destacar la convergencia de la mano indígena, manifiesta en la profusión de figuras de plantas, flores, mazorcas de maíz, guirnaldas, conchas, animales, monstruos, ángeles, algunos de ellos empenachados”.

“Para adoctrinar y pacificar a los pobladores de la Sierra Gorda en los templos recién erigidos, los padres franciscanos fernandinos recurrieron a las imágenes como libro didáctico, como plástica esencial para la divulgación de sus mensajes teológicos”, escribió la doctora Elisa García Barragán, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

En el caso que nos ocupa que es la misión de San Antonio Tancoyol que es el nombre correcto de la localidad donde se localiza el conjunto religioso de Nuestra Señora de la Luz. “Se estima que su posible autor sea fray Juan Ramos de Lora, quien residió allí de 1761 a 1767. En su portada se puede observar un jaguar en uno de los mascarones, que remata una de las columnas que combinan los estilos estípite y salomónico”, apunta Jorge Luis Sáenz.

“Su fachada es iconográficamente la más elaborada de las cinco misiones y se distingue por tener cinco calles. Está dedicada a Nuestra Señora de la Luz, imagen que fue retirada de su sitio. También, en cada extremo, presenta seis figuras de ángeles representados con elementos de la Pasión: el látigo y la Santa Faz, la columna de la flagelación con la mano del bofetón, la escalera, la cruz y el mazo, un racimo de uvas y la lanza, entre otros”.

La lucha de un pueblo guerrero y nómada, hizo hasta lo imposible para evitar el sometimiento español y la inducción de una religión que no querían y no entendían lo mismo de misioneros agustinos, dominicos y franciscanos que trataban de “pacificar” y evangelizar la Sierra Gorda.

Las misiones al final se constituyeron como fortificaciones franciscanas en las que finalmente fueron derrotados tras la fuerza militar, al mando del coronel José de Escandón, conde de la Sierra Gorda, con el que se enfrentaron los últimos rebeldes (jonaces y ximpeces) en la mítica batalla del Cerro de la Media Luna, donde cuenta la leyenda que los chichimecas “decidieron suicidarse, arrojándose desde las barrancas, antes que caer en manos de los españoles”.

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