Cadereyta de Montes, Qro.- Corría el siglo XIX, época en la que muchas haciendas se erigieron majestuosas como símbolo de prosperidad agrícola y ganadera. La posesión de una hacienda te daba cierta posición social en la comarca, muchas de estas construcciones fueron testigos de grandes eventos sociales; en contra parte, muchas fueron lugares de intrigas, complots, reuniones de insurrectos con pensamientos liberales, en donde se gestaron las estrategias para deshacerse del yugo de los hacendados quienes oprimían a sus trabajadores dándoles una vida miserable.

Ubicada a un kilómetro al occidente del poblado de Mesa de León, se encuentra una de estas edificaciones, que fue construida en el siglo XIX, de la que hoy solo quedan algunas ruinas, pero a pesar de ello, en el lugar se tiene la sensación de que en cada uno de sus muros se cuenta una historia en cualquier rincón de ella.

Todavía en Noviembre de 1986, cuando se registraron datos y se tomaron fotos para incluir a este edificio en el catálogo de bienes inmuebles históricos de la nación, esta construcción se encontraba en condiciones físicas más favorables, pero el paso del tiempo ha hecho que su deterioro sea inminente.

De las haciendas que tiene el municipio de Cadereyta, ésta es una de las que contó con mayor extensión dentro de ésta localidad, con 8 mil 732 hectáreas, y que dada su extensión territorial, originalmente se componía de casa del hacendado, troje, casa de peo­nes, cuatro corrales y mesón.

La casa del hacendado era de dos niveles y contaba con su propia caballeriza, cocina, baños y patio, amplias escaleras que conducían a los dormitorios en el segundo piso, aunque dado el deterioro actual, ha perdido la crujía de servicios. Construida a base de piedra, aplanadas las paredes y pintadas de blanco, el entrepiso de viguería y ladrillo mientras que el techo era de viguería y tejamanil, y se encuentra situada al oeste del casco de la hacienda.

La casa de los peones era una sola habitación grande de un solo nivel, con su pórtico. La fachada era de arcos de piedra y se encontraba aplanada y pintada de blanco, la cubierta se componía de viguería de madera y teja a dos aguas, se encuentra junto a la puerta de acceso al casco, independiente del resto de la construcción, ésta es una de las muestras de la desigualdad del peón, su valor y desprecio que siempre se le da a la clase obrera y trabajadora.

Este es uno de los pasos obligados entre el Estado de Querétaro y el Estado de Hidalgo, en esta hacienda aun se conserva la edificación que fungió en sus tiempos como uno de los mesones más solicitados por su acceso a ambos Estados, ya que se localiza en lo que antiguamente fue el camino real de Cadereyta a Zimapán.

Denominado este espacio con el nombre de “La Venta”, y de igual forma que la casa del hacendado, era de dos niveles y se construyó a base de piedra, aplanado y pintado de blanco, mientras que los entrepisos y la terraza eran de Morillos y madera – caballetes que sostenían la madera- y la cubierta era a base de viguería y teja. Actualmente se mantienen en régimen de propiedad ejidal.

La planta baja era lo que ocupaban como área de comercio, mientras que el segundo nivel servía para albergar a los que por alguna necesidad, necesitaban pernoctar o permanecer varios días en la región.

Este mesón es uno de los mudos testigos de las varias reuniones que se llevaron a cabo a la luz de las velas y quizá bajo la influencia de algunos sorbos de alcohol, de personas que por meses enteros estuvieron cuajando sus estrategias para participar en las revueltas que dieron como fin a la tiranía que se vivía en el país en esas épocas, hombres y mujeres que con sobrado valor, dejaron su vida misma en las campiñas, desafortunadamente, son personas que quedaron en el anonimato, pero que cuentan con la gratitud y reconocimiento de los queretanos.

Las Haciendas de Cadereyta son una de las riquezas históricas y culturales con las que se cuentan en el estado de Querétaro, especialmente en esta zona del semidecierto en donde se estableció la alcaldía mayor que servía para recaudar y almacenar toda la riqueza que saquearon de la Sierra Gorda.

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