La Selección de Candidatos de MORENA en Querétaro:
¿Democracia o Favoritismo?
Querétaro,Qro.-La reciente publicación de las listas de candidatos de MORENA para las presidencias municipales y las diputaciones locales en el Estado de Querétaro ha generado un debate sobre la verdadera naturaleza del proceso democrático dentro del partido. Si bien es cierto que la democracia interna es un pilar fundamental de cualquier institución política, las recientes listas parecen levantar más preguntas que respuestas.
En un vistazo rápido, es evidente que en algunos casos, como en Cadereyta y la capital queretana, entre otros, los candidatos seleccionados por MORENA parecen estar predeterminados, casi a modo, para competir en las próximas elecciones. Esta práctica, lejos de reflejar un proceso democrático transparente y participativo, arroja dudas sobre la imparcialidad y la equidad dentro del partido.
Bajo la sombra de la sospecha de que «la mano que mese la cuna» ha influenciado significativamente en la selección de candidatos, surge la pregunta inevitable: ¿qué tan democrático es realmente el proceso de selección de MORENA en Querétaro? ¿Se están respetando los principios de igualdad de oportunidades y representación plural, o estamos presenciando un juego de favores y lealtades políticas?
La diversidad de nombres en las listas podría sugerir una representación amplia y variada de la sociedad queretana, sin embargo, la apariencia puede ser engañosa. ¿Qué garantías tenemos de que estos candidatos fueron elegidos por sus méritos y capacidades, y no simplemente por su cercanía con ciertos sectores de poder dentro del partido?
El primer paso en el juego electoral ya está dado, pero el verdadero desafío comienza ahora. El segundo acto en este «circo de tres pistas» será determinante para desentrañar la verdadera voluntad democrática de los ciudadanos queretanos y para poner a prueba la integridad y la transparencia de MORENA como partido político.
En última instancia, el éxito de MORENA en las próximas elecciones dependerá no solo de la habilidad de sus candidatos para ganarse el apoyo popular, sino también de la percepción pública de la legitimidad y la justicia del proceso electoral. La confianza de los ciudadanos en la integridad del sistema político es un activo invaluable, y es deber de todos asegurar que este principio fundamental se mantenga en el corazón de nuestras instituciones democráticas.