Movilización con recursos públicos en Cadereyta
Cadereyta vive una crisis política y laboral que no se resuelve con diálogo ni liderazgo, sino con cinismo y manipulación. Ahora, ante el colapso evidente de su administración, la presidenta municipal recurre a una vieja fórmula: movilizar a la burocracia bajo presión, disfrazar la imposición de “solidaridad” y convertir el aparato gubernamental en un circo político.
Este miercoles se ha revelado una conversación filtrada desde el interior del DIF municipal que exhibe cómo, a través de grupos de WhatsApp, se está organizando una “marcha” para el día de mañana, en la que empleados municipales deberán asistir para “exigirle al gobierno del estado” que resuelva lo que la presidente ha sido incapaz de solucionar. Sí, leyó bien: lo que ella no puede hacer, quiere que lo haga otro, y lo exige con acarreados.
¿Manifestación ciudadana o simulación gubernamental?
Lejos de ser una auténtica expresión ciudadana, esta movilización es un montaje operado desde las entrañas de la propia presidencia municipal. Las instrucciones son claras: todos los trabajadores contratados por honorarios —es decir, aquellos que dependen directamente de la confianza de la administración— deben asistir sin falta. ¿Y si no pueden? Pues “ni modo”, habrá pase de lista, como si se tratara de una escuela autoritaria y no de una administración democrática.
La amenaza velada está ahí. No es una invitación, es una orden. Y como incentivo, habrá transporte y comida “gratis”. Pero aquí la pregunta es obligada: ¿Quién paga? ¿Sale del bolsillo de la presidenta o, como sospechamos, de los recursos públicos que deberían destinarse a servicios que hoy están detenidos por la huelga?
Clientelismo descarado y uso indebido del poder
Lo que se denuncia en este diálogo filtrado no es menor. Es una violación clara a la ley, al mezclar recursos públicos, estructura gubernamental y horarios laborales para realizar actos de carácter político. Es además un abuso de poder, al obligar a empleados vulnerables, recién contratados, a participar en un evento que claramente no representa sus intereses, sino los de una figura política desesperada por controlar la narrativa.
Como si no fuera suficiente con tener a un municipio paralizado por una huelga histórica, ahora el gobierno municipal pretende montar un espectáculo para culpar a otros de su incompetencia. Una marcha que en el fondo no es más que una función más del circo político en el que se ha convertido la administración local.
Una mentira sostenida con dinero del pueblo
La presidenta municipal quiere mostrar músculo político con empleados presionados, “convocados” bajo amenaza de pase de lista y con comida como anzuelo. Quiere simular legitimidad en una caminata que no nace del pueblo, sino de un chat de WhatsApp manejado por sus operadores. Y lo hace, al parecer, con recursos que salen del erario, del dinero que debería estar usándose para resolver los servicios públicos hoy colapsados: basura, panteones, mantenimiento urbano, atención social… todo detenido, pero la comida para el show no faltará.
¿Es esto gobernar? ¿Es esto lo que los cadereytenses merecen?
Lo legal, lo ético y lo inmoral
Lo que se avecina no solo es ilegal, también es inmoral. Es una burla a los trabajadores, a los ciudadanos y a la democracia. Utilizar el aparato público para presionar, mentir y montar un show político es propio de los regímenes autoritarios, no de gobiernos que se dicen progresistas.
Señora presidente, el problema no es la marcha. El problema es que usted no ha sabido gobernar. No ha querido escuchar. No ha negociado con seriedad. Ha preferido las redes, las cámaras y las simulaciones. Y ahora, pretende que el pueblo pague con dinero y con presencia, el precio de su fracaso político.
El circo está montado. Los acarreados ya están en lista. La comida está pedida. Pero la dignidad de Cadereyta no está en venta. Y tarde o temprano, la función se acaba.


