El Circo del Congreso
El Congreso local se convirtió, una vez más, en el escenario perfecto para el teatro político. Esta vez, los protagonistas fueron el diputado Erik Silva y Guillermo Vega, quienes se enfrentaron en un espectáculo digno de una carpa de tres pistas. El tema central: la huelga en Cadereyta, ese problema que a todos incomoda pero que nadie realmente quiere resolver.
Por un lado, Erik Silva, con el mismo libreto gastado de la presidenta municipal, repitió como loro el mantra del victimismo. Según él, la alcaldesa no tiene culpa de nada, porque resulta que no pudo prever en su presupuesto los compromisos económicos de la administración. Claro, siempre es más fácil culpar al gobernador que asumir la propia ineptitud. Con gran dramatismo, insistió en que el estado sí tiene con qué pagar la deuda y que casi, casi, es una obligación moral del gobernador hacerle el favor a la administración municipal. Y para adornar su discurso, recurrió a los clásicos ejemplos: la obra de 5 de febrero, el gasto en comunicación social, etc. Porque, por supuesto, siempre es más fácil jugar al opositor cuando ya se tiene la silla calentita.
Pero la cereza del pastel vino con su descalificación a la «emisaria» enviada por el gobernador para mediar el conflicto. Según Silva, la enviada especial no ha servido para nada, y su intervención ha sido tan efectiva como un político prometiendo en campaña. En resumen: el pueblo de Cadereyta está siendo castigado simplemente por haber elegido una opción diferente. Vaya, qué conveniente argumento.
Por su parte, Guillermo Vega no se quedó atrás y comenzó su intervención con un saludo sarcástico al diputado Gilberto Herrera, como dando a entender que Erik Silva solo estaba diciendo lo que su «patrón» le dictó. Pero el golpe real vino después, cuando acusó directamente a la presidenta municipal de no querer ni asomarse a la mesa de diálogo propuesta por la Secretaría del Trabajo. Es decir, mientras grita que el gobierno estatal no hace nada, ella misma se niega a participar en cualquier intento de solución. Un pequeño detalle, ¿verdad?
Vega no dejó pasar la oportunidad para recalcar lo evidente: la presidenta municipal ha evitado a toda costa cualquier evento convocado por el gobierno estatal. Al parecer, la estrategia es hacerse la ofendida, ignorar la realidad y seguir vendiendo el cuento de que todo es culpa del pasado. Pero Vega puso las cartas sobre la mesa con una analogía que vale oro: «No es lo mismo ser borracho que cantinero». Porque claro, hablar en campaña es muy fácil, pero gobernar y hacerse responsable de las promesas es otro cuento.
Finalmente, Vega lanzó una invitación—casi un reto—a la presidenta municipal: que deje de buscar excusas y acuda a las reuniones para solucionar el problema. Porque gobernar no es solo repartir culpas, sino demostrar que se tiene capacidad de hacer algo más que discursos para la gradería. Y mientras tanto, el pueblo de Cadereyta sigue esperando soluciones, porque de discursos vacíos y pleitos de pasarela, ya están más que hartos.
