Parece que tenemos un nuevo pasatiempo en Ezequiel Montes: observar cómo el presidente municipal tropieza, una y otra vez, en los mismos errores de sus antecesores. Y no, no es que uno quiera ser mal pensado (bueno, quizás un poco), pero ya se está haciendo costumbre ver cómo nuestro alcalde salta de un problema a otro, sin pausa y sin acierto, como si estuviera entrenado para hacer quedar mal a su propia administración.
Es evidente que la política y la empatía social no son los puntos fuertes de esta gestión, pero, ¿es tan difícil tener un equipo que le diga al presidente lo que es una buena idea? Al parecer, alguien le susurra al oído para que tome las peores decisiones, como si hubiera un concurso interno por ver quién logra hacerlo quedar peor ante la sociedad. Y claro, después viene el clásico: la culpa es de los medios de comunicación. Porque, por supuesto, los periodistas somos los que no lo dejamos «trabajar», no sus malas decisiones.
Aún tenemos fresco en la memoria el episodio de Elvia Montes, cuando decidió enfrentarse con los hoteleros de Bernal, una movida que, sinceramente, parecía diseñada para espantar al turismo del Pueblo Mágico. Ahora, su sucesor sigue sus pasos con un estilo casi admirable: prohibir la circulación de cuatrimotos y RAiZRs en el centro de Bernal. Genial idea. Nada como atacar a uno de los principales atractivos turísticos de la zona para demostrar cuánto se «apoya» al turismo local.
Uno podría pensar que el presidente municipal está tratando de redirigir todo el turismo a la delegación de la que es originario, en un intento de convertirla en la nueva joya turística de Querétaro. Si fuera así, al menos tendría una estrategia (por absurda que fuera). Pero no. Lo que parece es que no ha entendido que el turismo no se puede mover como piezas de ajedrez, y que lo que funciona en Bernal no se puede simplemente copiar y pegar en otro lado.
Con esta brillante idea de prohibir las cuatrimotos, lo único que ha conseguido es perjudicar a quienes dependen de ese negocio, además de alienar a los turistas que llegan con sus propios vehículos para disfrutar de los paisajes de Bernal. ¿Qué sigue? ¿Prohibir las caminatas por la Peña?
Lo peor de todo es que parece que no entiende (o no quiere entender) que las decisiones que toma requieren de un proceso administrativo adecuado. En lugar de lanzarse de cabeza y luego quejarse de los amparos que le van a llover, sería bueno que se asesorara. Pero claro, eso requeriría planificación, sentido común y, sobre todo, pensar en las consecuencias. Algo que, por lo visto, no es el fuerte de esta administración.