La Navidad, una época que debería ser de unión y alegría, parece haberse convertido en un escenario de descontento en Cadereyta de Montes, Querétaro. Entre accidentes en una pista de patinaje mal instalada, decoración de dudosa calidad y una curiosa elección de adornos monumentales, los habitantes no pueden evitar preguntarse: ¿es esta una celebración navideña o un mensaje político?
La pista de patinaje, que se esperaba fuera el epicentro de la diversión familiar, ha sido objeto de severas críticas. La mala calidad del hielo, que provoca resbalones constantes y accidentes en los niños, ha generado indignación. Padres de familia relatan caídas frecuentes y raspaduras que han opacado el espíritu festivo. En redes sociales, usuarios han señalado que la pista no solo es peligrosa, sino que representa una falta de cuidado y planeación por parte de las autoridades.
Por si fuera poco, las letras monumentales de “Cadereyta” han sido cubiertas con tela de peluche verde fosforescente, simulando al Grinch, un detalle que ha generado lecturas políticas. Para algunos, este adorno parece ser una alegoría a una «revancha política», como si la presidenta municipal quisiera enviar un mensaje a quienes aún no aceptan su triunfo electoral. Un simbolismo que, lejos de unir, polariza.
La decoración en general tampoco ayuda a salvar el espíritu navideño. Muchos habitantes y visitantes opinan que todo parece haberse hecho “solo para cumplir”. Esto contrasta drásticamente con años anteriores, cuando Cadereyta comenzaba a posicionarse como un destino turístico predilecto durante estas fechas. Ahora, la percepción es que se ha perdido el encanto, y la calidad de los arreglos deja un mal sabor de boca para los turistas que podrían haber contribuido a la economía local.
El descontento generalizado no se limita a los adornos y la pista. El mensaje subyacente parece ser uno de desinterés, improvisación e incluso confrontación. En un municipio que en otros años había abrazado las festividades navideñas con entusiasmo, el contraste es evidente y desalentador.
En tiempos donde el turismo es vital y la unión comunitaria más necesaria que nunca, la lección debería ser clara: la calidad y el cuidado en los detalles importan. Si bien la decoración y los eventos navideños son simbólicos, también son una carta de presentación de cualquier administración. Y en este caso, el Grinch no solo se ha robado la Navidad, sino también la oportunidad de mostrar un Cadereyta unido y próspero.
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