Cubos, Colón.- En la comunidad de Purisima de Cubos en el municipio de Colón, la inconformidad crece entre los habitantes que padecen las consecuencias del desinterés de las autoridades locales y de los privilegios que algunos vecinos ejercen sin control. A través de redes sociales, uno de nuestros seguidores nos hace llegar una denuncia ciudadana que revela una problemática tan cotidiana como ignorada: una calle que se inunda cada temporada de lluvias, obstruida por árboles colocados ilegalmente sobre la banqueta, grava, arena y autos estacionados que impiden el paso.
Según el testimonio, los vecinos afectados ya habían advertido del problema desde lluvias anteriores. La obstrucción no solo impide el libre tránsito, sino que agrava las inundaciones. A pesar de que se solicitó de manera verbal el retiro de los árboles, los propietarios se negaron y, en lugar de dialogar, reaccionaron con prepotencia. “Se pusieron en un tema muy payaso”, expresa el denunciante, quien además señala que el delegado de la comunidad, familiar de los infractores, ha hecho caso omiso a los llamados.
La situación no es menor. A la invasión de la banqueta con árboles, ahora se suma la presencia de un cargamento de arena y grava sobre la vía pública, además de vehículos estacionados que bloquean el acceso. Cuando los vecinos intentan rodear los árboles por la parte trasera, son confrontados de manera agresiva bajo acusaciones infundadas de intento de robo. Todo esto ocurre sin ninguna intervención por parte del delegado, quien según los denunciantes sí actúa cuando se trata de otros habitantes, pero guarda silencio si los responsables son sus familiares.
“A otros les dan un plazo para quitar el material de construcción, pero aquí simplemente no pasa nada”, afirman. La frustración ha llegado al punto en que, según dicen, ni el presidente municipal ha visitado la comunidad, ni han recibido respuesta alguna por parte del ayuntamiento.
Esta denuncia no solo expone una problemática puntual, sino un síntoma más del desgastado tejido comunitario, donde la autoridad local opera bajo criterios de parentesco y conveniencia, mientras los ciudadanos de a pie padecen las consecuencias de la indiferencia.
¿Quién responde cuando las autoridades locales se convierten en cómplices del desorden? ¿Quién garantiza el derecho al paso, al orden y a la seguridad cuando el delegado protege a los suyos? El llamado es claro: urge que las autoridades municipales se acerquen, escuchen y actúen con imparcialidad. Porque una calle inundada, bloqueada y sin autoridad, no solo es una metáfora del abandono: es una amenaza real para la convivencia y la equidad.
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