Un Drama de Cuentas Alegres
Si alguna vez se preguntaron cómo sería un thriller político disfrazado de drama financiero, «Cadereyta en Números» podría ser la respuesta. La película sigue a Astrid Ortega, la recién electa presidenta municipal de Cadereyta de Montes, mientras intenta navegar por el caos fiscal que le deja la administración saliente. En lo que parece ser una mezcla de buen guion y efectos especiales, Ortega anuncia una serie de medidas heroicas que buscan enfrentar la deuda municipal, aunque el resultado es más confuso que heroico.
Sinopsis: Promesas y Ahorros Mágicos
El punto central de la trama gira en torno a la enorme deuda de 80 millones de pesos que el municipio enfrenta, un legado de la administración de Miguel Martínez Peñaloza, el antagonista invisible de la película. Ortega, nuestra protagonista, propone lo que ella llama una «solución de emergencia»: una reducción del 20% en los salarios de los altos funcionarios, comenzando con ella misma y los regidores. En una escena digna de cualquier película de acción política, la alcaldesa asegura que este recorte aliviará las tensiones fiscales, permitiendo destinar recursos al pago de deudas, proveedores, y compromisos laborales. Y, como si fuera poco, parte del dinero «ahorrado» irá a la creación de un fondo para becas destinado a los educadores de CONAFE.
El Problema: El Ahorro No Cuadra
Como todo buen drama político, «Cadereyta en Números» tiene giros de trama que hacen dudar de lo que está ocurriendo. Ortega anuncia que reducirá su salario de $95,000 a $76,000, mientras que los regidores pasarán de $60,000 a $48,000, generando supuestamente un ahorro significativo. Sin embargo, cuando las matemáticas entran en juego, la narrativa se desploma. La suma de todos estos recortes asciende a apenas $283,000 pesos mensuales, una cifra que, aunque impactante para la pantalla grande, palidece frente a la gigantesca deuda de 80 millones de pesos. En una secuencia que podría interpretarse como un mal chiste o un error de continuidad, la audiencia es testigo de cómo se intenta cubrir el sol con un dedo.
Los Actores: Héroes o Villanos Involuntarios
Astrid Ortega se presenta como una heroína dispuesta a hacer sacrificios personales y financieros por el bien de Cadereyta. No obstante, su personaje queda atrapado en la ambigüedad de sus propias decisiones. ¿Es verdaderamente la salvadora de la ciudad o simplemente otra política más haciendo malabares con las cifras? Los regidores, oficiales mayores y tesoreros aparecen como actores secundarios en esta producción, resignados a aceptar su reducción salarial, aunque el sacrificio que hacen parece ser más simbólico que real.
La Crítica: Expectativas vs. Realidad
Lo más impactante de «Cadereyta en Números» no es la historia en sí, sino la forma en que intenta vender un mensaje de optimismo. Las cifras presentadas, por más que se reduzcan, no llegan a generar el impacto que se promete. La deuda sigue siendo una montaña prácticamente insalvable, y el recorte en sueldos parece más una maniobra para el espectáculo que una solución efectiva. Al final, Ortega termina pareciendo más una ilusionista que una administradora eficiente.
La crítica central de esta película es que el guion parece ignorar el principio básico de las matemáticas: $283,000 pesos de ahorro al mes difícilmente harán mella en una deuda de 80 millones. El público, como los ciudadanos de Cadereyta, queda esperando un final feliz que parece más lejano con cada nueva escena. A pesar de las buenas intenciones, la trama se tambalea por la falta de sustancia.
Conclusión: Un Final Incierto
«Cadereyta en Números» es un retrato honesto (aunque torpe) de la política local, donde las cuentas alegres y los grandes discursos rara vez coinciden con la realidad financiera. Aunque el filme tiene momentos interesantes, especialmente en la construcción de su protagonista, la narrativa de un futuro financiero brillante se desploma bajo el peso de los números. El público sale del cine preguntándose si realmente veremos alguna vez un desenlace satisfactorio para Cadereyta o si, como tantas otras veces, las promesas se perderán entre los créditos finales.
Es, en resumen, una película que intenta ser un drama serio, pero termina siendo una comedia de errores en la que las matemáticas y la política se mezclan sin mucho sentido.