Queridos lectores, hoy nos adentramos en el fascinante mundo de las finanzas municipales de Cadereyta de Montes, ese pintoresco rincón de Querétaro donde los ingresos propios son una especie en peligro de extinción, y las transferencias federales y estatales son el oxígeno que mantiene a flote a la administración. Porque sí, amigos, en Cadereyta parece que la autonomía financiera es solo un sueño guajiro.
El arte de depender
En este municipio, el 90% de los ingresos viene de papá gobierno. Es decir, mientras otros municipios como El Marqués y Querétaro se esfuerzan por generar ingresos propios, Cadereyta se sienta pacientemente esperando a que el cheque llegue cada quincena. Eso sí, no pidan que se gasten ese dinero en infraestructura útil o servicios públicos de calidad; los milagros no están incluidos.
El predial, esa joya olvidada
Ah, el impuesto predial. Ese gran desconocido en Cadereyta. Mientras los valores catastrales parecen haberse quedado atrapados en la década de los ochenta, el municipio recauda migajas comparado con lo que podría obtener si se hiciera una actualización seria. Pero claro, ¿para qué incomodar a los contribuyentes cuando el gobierno federal está ahí para salvar el día?
Territorio amplio, ingresos ínfimos
Cadereyta tiene una superficie considerable, pero su ingreso por kilómetro cuadrado es tan bajo que daría risa si no fuera tan trágico: apenas $348,000 MXN por km². Para ponerlo en perspectiva, El Marqués genera más de diez veces esa cantidad. Tal vez sea hora de preguntarse si los recursos del municipio están siendo utilizados para algo más que para pagar nóminas y reuniones de café.
¿Dónde está la innovación?
Mientras otros municipios diversifican sus ingresos con estrategias innovadoras –¡hola, El Marqués con tu recaudación del 45% de ingresos propios!–, Cadereyta sigue esperando que el turismo y la agricultura «naturalmente» hagan el trabajo. Claro, porque las políticas activas de desarrollo económico son para los ambiciosos, no para los que prefieren mantener las cosas como están.
El síndrome del cheque garantizado
El problema de fondo es la mentalidad. Con una dependencia tan grande de las transferencias, ¿por qué esforzarse en generar ingresos propios? Total, el cheque llega puntual, y mientras tanto, los servicios básicos pueden esperar, al igual que los ciudadanos.
La solución: ¿Queremos o no queremos?
El camino es claro, pero parece que nadie quiere tomarlo:
1. Actualizar el catastro: Sí, es incómodo y genera quejas, pero también llena las arcas.
2. Cobrar por lo que se usa: Derechos por uso de espacios públicos, mercados y eventos culturales podrían hacer maravillas.
3. Diversificar la economía: Con su riqueza cultural y natural, Cadereyta tiene todo para ser un destino turístico rentable. Solo falta la voluntad.
Pero claro, ¿quién necesita cambios cuando el sistema de dependencia funciona tan cómodamente? Mientras no haya crisis, la complacencia seguirá siendo el rey en Cadereyta de Montes.
Queridos lectores, ¿creen ustedes que este municipio despertará algún día del letargo financiero? ¿O seguiremos viendo cómo vive del amor y las transferencias, dejando las oportunidades de desarrollo en la mesa? La respuesta, como siempre, está en la voluntad política… o la falta de ella.
