Amealco, Qro. – El sol apenas comenzaba a asomarse sobre el municipio de San Juan del Río cuando decenas de camiones y transportes de carga se alinearon, bloqueando la carretera 120 que conecta Galindo con Amealco. Lo que en un principio parecía ser solo una pequeña protesta, pronto se convirtió en una manifestación masiva que paralizó el tránsito en la vía. Los conductores, cansados y frustrados, habían decidido tomar medidas drásticas ante lo que consideran una serie de abusos cometidos por la Guardia Nacional.
“Ya no podemos más, estamos ahogados”, gritaba uno de los líderes de la protesta, mientras los vehículos pesados permanecían estacionados a lo largo de la carretera. Según los testimonios de los transportistas, la situación se ha vuelto insostenible. Con la carretera 57 en interminables trabajos de reparación, se han visto obligados a utilizar esta vía alterna para llegar a Querétaro. Sin embargo, lo que debía ser una solución temporal se ha convertido en una pesadilla diaria.
La principal queja de los transportistas radica en los constantes operativos de la Guardia Nacional en esta ruta. Los conductores aseguran que los agentes no solo los detienen con frecuencia, sino que han impuesto lo que llaman “una tarifa”. “Si no les das el dinero que te piden, te mandan directo al corralón”, comenta otro de los manifestantes con rabia contenida. Para ellos, caer en este sistema de extorsión representa un golpe económico devastador, ya que sacar sus unidades del corralón les cuesta una fortuna.
Los camiones, parados como gigantes de acero, formaban un muro impenetrable que mantenía a los automovilistas atrapados en una fila interminable. El calor del asfalto y la tensión del momento se respiraban en el aire. Los conductores de los vehículos particulares observaban con preocupación y frustración la escena, mientras los transportistas permanecían firmes en su decisión de no moverse hasta obtener una respuesta clara de las autoridades.
“Ya tenemos miedo de salir a trabajar, no sabemos si hoy vamos a llegar a Querétaro o si vamos a acabar pagando miles de pesos para recuperar nuestros camiones”, mencionaba otro conductor. Para ellos, la carretera 120 se ha transformado en una trampa, un lugar donde, aseguran, las autoridades están abusando de su poder y de su necesidad de llegar a su destino.
El bloqueo ha generado un caos en la región, afectando tanto a los transportistas como a los ciudadanos que utilizan esta vía. A lo largo del día, no se observaba ningún acercamiento por parte de las autoridades para entablar diálogo con los manifestantes, lo que aumentaba la tensión en el lugar.
Mientras los transportistas se mantenían firmes, la pregunta que flotaba en el aire era clara: ¿cuánto tiempo más podrá durar esta situación antes de que alguien tome acción? Entre los motores apagados y los bocinazos esporádicos, la protesta parecía ser solo el comienzo de una batalla más larga por la justicia y la dignidad en las carreteras de Querétaro.