En una jugada que muchos ya veían venir, el flamante presidente municipal de Ezequiel Montes, Iván Reséndiz, parece estar tomando lecciones avanzadas en la clásica materia de «promesas incumplidas». Todo comenzó con una entrevista para *Plaza de Armas*, donde, con voz firme y mirada segura, lanzó una de esas declaraciones que hacen temblar los cimientos políticos: «De ser el próximo presidente municipal, reduciré los salarios y prestaciones hasta en un 30 por ciento. Empezando por el mío, claro». Una promesa sin precedentes en el municipio. Pero como bien dice el dicho, del dicho al hecho…
Resulta que, según el portal *La Diferencia*, ese arrollador 30 por ciento se quedó en un mísero 10 por ciento. Sí, apenas le alcanzó para cumplir una tercera parte de lo prometido. Parece que las matemáticas de campaña no aplican cuando se toma posesión del cargo. Tal vez el alcalde se dio cuenta de que gobernar no es lo mismo que andar repartiendo promesas como confeti.
Y esto es solo el principio, una probadita de lo que podemos esperar de este gobierno. Mientras en campaña Iván mostraba su mejor cara, esa que sonreía con esperanza y hablaba de cambios, ahora como autoridad su «nueva cara» está quedando en evidencia. Lo autoritario que puede ser cuando le conviene. La prueba más clara fue su decisión de retirar a los comerciantes del tianguis de los lunes. ¿La razón? Porque según su alta visión estética, se veían feos y estorbaban el paso. ¡Claro! ¿Cómo no se había dado cuenta antes de que el tianguis no va con su “nuevo” Ezequiel Montes?
Pero lo mejor de todo es que ni él ni su equipo parecen tener la más mínima idea de lo que implica hacer bien las cosas. Quitó a los comerciantes sin siquiera notificarles, ignorando completamente los procesos administrativos que manda la ley. Ahora, si los comerciantes deciden ampararse, el alcalde quedará más que mal parado… quizás haciendo fila con una cara larga y una sonrisa apagada. Porque en lugar de tener grandes ideas de gobierno, parece que Iván Reséndiz prefiere las ocurrencias.
Así que, si este es el comienzo, solo podemos imaginar qué otras sorpresas nos tiene preparadas. Al final, parece que tendremos que acostumbrarnos a esta versión del Iván candidato que desaparece frente al Iván alcalde. Y, por supuesto, a promesas que se van desinflando antes de que el aire siquiera caliente.