Sinopsis
En esta entrega digna del género de terror político, se nos presenta a Astrid O., una figura que ha saltado de la palestra a la silla más alta de Cadereyta. En su primer acto como mandataria, Astrid se convierte en una versión contemporánea de uno de los pecados capitales, mostrando una actuación que mezcla el drama con el humor negro en un tono que roza lo absurdo. La trama nos lleva de la mano por los pasillos de una presidencia municipal que, bajo su liderazgo, promete ser un escenario de redención, venganza y transformaciones épicas, aunque no siempre de la manera más esperada.
Personajes
– Astrid O.: La protagonista y antiheroína. Su mandato empieza con un despliegue de poder casi teatral. Empoderada, altanera y sarcástica, recuerda a aquellos villanos del cine clásico que juegan con el espectador entre el terror y la fascinación. Ella promete ser la primera en llegar y la última en irse, una líder omnipresente y omnipotente que, con su histrionismo natural, evoca una figura casi dictatorial.
– El Cabildo de Cadereyta: Un elenco de secundarios que, según la nueva líder, ya no sólo «levantará el dedo». Promete convertir este cuerpo legislativo en un conjunto de actores de reparto que, sin embargo, tendrán un papel más activo en esta nueva obra política.
– El Municipio de Cadereyta: No un personaje humano, pero un ente palpable que ha sido, según Astrid, «saqueado indecente e inmoralmente». En este relato, la ciudad misma parece un protagonista sufriente, esperando su redención o, quizá, su condena final.
Trama
La película arranca con un espectacular casting en redes sociales. En una escena digna de los mejores thrillers políticos, Astrid O. hace su entrada triunfal, recorriendo las instalaciones de la presidencia con una arrogancia calculada, mientras declara con desdén que la oficina destinada al alcalde es «demasiado fifí» para alguien como ella. Aquí, la protagonista nos regala una imagen donde el poder se ejerce con teatralidad, casi como si el verdadero mandato no se diera en los despachos, sino en las redes y ante el público espectador.
Prometiendo trasladar las sesiones de cabildo a las cabeceras delegacionales «más importantes», el guion nos prepara para lo que será un viaje político con momentos de confrontación y tensión. La protagonista, en un giro casi heroico, nos asegura que su gobierno será uno de acción, no de «levantadedos», y que nada ni nadie la detendrá en su misión de limpiar el nombre del municipio.
La película juega con una mezcla de géneros, pasando del thriller político a la comedia negra cuando Astrid O. entrega la línea que sin duda será recordada por los espectadores: «A mí me hacen lo que el viento a Juárez». Aquí, la película se adentra en el terreno del humor involuntario, donde la grandilocuencia y la exageración se mezclan, generando una sensación de incredulidad entre el público.
Momentos Álgidos
– La Entrada Triunfal: Como si de un emperador romano se tratara, Astrid O. da un tour por la presidencia, elevando su autoridad a niveles casi divinos. Esta escena se destaca por la combinación de poder y sarcasmo, dejando claro que no teme ser vista como una figura dominante.
– La Declaración de Guerra: Cuando Astrid asegura que revisará los actos corruptos del pasado, el filme se convierte en un relato de venganza. Es aquí donde el terror se profundiza: el espectador se pregunta si la búsqueda de justicia se transformará en una purga implacable, o si quedará en promesas vacías.
– «Me hacen lo que el viento a Juárez»: En este momento cumbre, Astrid entrega su frase más icónica. El público, dividido entre el asombro y la risa, presencia una escena que parece más cercana a una comedia oscura que a un thriller político. Esta línea queda para la posteridad como una de las grandes interpretaciones de la mandataria.
Crítica
» La Soberbia de Cadereyta» no sólo es un film sobre política, es una película sobre la teatralidad del poder. Astrid O., en su papel estelar, interpreta a una líder que parece querer romper con el pasado, pero cuyo discurso está plagado de frases que delatan su inseguridad. «Dime de qué presumes y te diré de qué careces», dice el dicho, y en este caso, la película lo cumple a la perfección.
El guion navega entre lo absurdo y lo alarmante, con promesas grandilocuentes sobre el futuro del municipio mientras se construye un clima de tensión sobre qué se hará realmente en el ejercicio de poder. La dirección juega con el suspenso: ¿Es esta una líder verdaderamente comprometida o solo es otro capítulo en la larga saga de la política del espectáculo?
Veredicto Final
El filme, a pesar de sus momentos de humor involuntario, se siente como una película de terror con tintes de farsa. No sabemos si Astrid O. será recordada como la heroína que Cadereyta necesitaba o como una líder cuyo histrionismo superó sus capacidades políticas. Lo que sí queda claro es que su actuación, sea buena o mala, no pasará desapercibida. La crítica, por ahora, sigue pendiente de los próximos actos de esta saga que promete más sorpresas, risas nerviosas y, quizás, momentos de verdadero terror.
