696 aniversario de la
Fundación de Tenochtitlan
Aunque parece mucho, es apenas un abrir y cerrar de ojos en la vasta historia de nuestros ancestros prehispánicos, 694 años de la fundación del último imperio del orgullo de nuestras raíces, fue celebrado en este año.
La basta historia del pueblo mexicano se remonta a miles de años atrás, pero pareciera que les hacía mucha mella a los conquistadores que trataron a toda costa de abolir no sólo nuestra raza, sino sus orígenes y su cultura, por ellos es que ha costado tanto trabajo tratar de rescatarla.
El último gran imperio que existió en nuestra tierra, fue el de los Mexicas, que se extendía por gran parte de lo que hoy es el territorio nacional, en donde se desarrolló una vasta cultura de la que los españoles se quedaron impresionados a su llegada.
El Imperio Mexica tenía su capital en lo que fue la gran Tenochtitlán, un lugar en el centro del gran lago de Texcoco, en el que a decir de los propios invasores, no tenía parangón en el mundo, ni siquiera la gran capital veneciana en Italia con sus callejuelas que era necesario recorrer con canoas y pequeñas barcazas.
Para construir esa gran ciudad, se requirió de gran ingenio por parte de los mexicas, puesto que el suelo del islote hacía que se hundiese cualquier construcción.
Para ello, idearon un sistema de cimentación por el que colocaban estacas de cinco metros de altura y diez centímetros de diámetro en el espacio en el que el edificio sería construido.
Las estacas quedaban cubiertas en su totalidad, menos una parte que era envuelta con una mezcla de tezontle. Las estacas clavadas llegaban a un suelo más estable y fijo, de modo que conseguían dotar de estabilidad a la base de los edificios.
Uno de los textos más fieles que describen la visión de los españoles sobre lo que fue la gran Tenochtitlan, es el de Bernal Díaz del Castillo en su libro de memorias, Historia verdadera de la conquista de Nueva España.
En particular a lo que se refiere al osado ascenso al volcán Popocatepetl de Diego de Ordaz, uno de los capitanes del ejército de Hernán Cortés en busca de material para hacer pólvora.
En su crónica, Bernal contó que “un capitán de los nuestros que se decía Diego de Ordaz, le tomo codicia de ir a ver qué cosa era y demandó licencia a nuestro general para subir a ella y se lo permitió y aun de hecho, se lo mandó, y llevó consigo dos de nuestros soldados y ciertos indios principales de Guaxocingo.”
Era una ciudad lacustre, la Venecia del Nuevo Mundo ubicada en medio de un gran lago de más de 2.000 km2, en la que solo se podía acceder por tres calzadas y que debía ser abastecida desde el exterior.
Sobre las tierras circundantes, se practicaba la agricultura que era productiva y permitía altos índices de población de la zona.
“(El escritor y colonizador español) Fernández de Oviedo la describió como una ciudad palaciega, edificada en medio del lago Texcoco, con casas principales, porque todos los vasallos de Moctezuma solían tener residencia en la capital, donde vivían una parte del año”.
“Era una urbe refinada, con baños públicos, con una treintena de palacios que albergaban finas cerámicas y elegantes enseres textiles”, añade el historiador español.
Según describen los cronistas españoles, el palacio de Moctezuma, incluyendo sus jardines, ocupaba dos hectáreas y media, según era más extenso que muchos alcázares españoles.
“El ejemplo más claro del alto grado de desarrollo de su ingeniería, es sin duda el acueducto que abastecía la ciudad, el de Chapultepec, que traía el preciado líquido desde un extremo del lago Texcoco y poseía dos complejas canalizaciones, una siempre en activo mientras se limpiaba la otra. Todo ello demuestra los grandes conocimientos en ingeniería hidráulica que llegó a alcanzar esta civilización”.
Se estimaba que la ciudad “no poseía menos de 200.000 habitantes…,
eso equivale a decir que era una de las ciudades más pobladas del planeta, de bastante mayor tamaño que Roma, París o Sevilla y justo por detrás de Pekín, Constantinopla o Bagdad”.
“Para alimentar a una población como esa se requerían al menos 4.000 cargadores diarios, lo que implicaba un trasiego constante de personas y un amplísimo mercado”, comenta el doctor en Historia Andrés Lira González a BBC Mundo en una entrevista realizada sobre este tema.
Respecto a la fundación en particular, la escasez de datos ha alimentado todo tipo de mitos en torno a su construcción.
Esteban Mira dice que, contrariamente al mito de la peregrinación, “hoy sabemos que su fundación en medio del lago Texcoco, rodeado de ciénagas y juncos, no fue exactamente voluntaria sino obligada porque, siendo una población emigrante, los mexicas habían sido expulsados de casi todos sitios”.
“Fue en esta zona aparentemente inhóspita donde se les permitió establecerse”.
“Tenochtitlan era una ciudad impresionante por sus dimensiones, por sus jardines y por sus espaciosos palacios y plazas. Pero no hay que olvidar que era muy diferente a cualquier ciudad europea”, dice el historiador español.
Este último gran imperio se caracterizó por su desarrollo cultural que era elevado y complejo, así como su organización social. Políticamente llegaron a someter a diversas poblaciones indígenas de quienes exigían cuotas de sacrificios para sus Dioses, que a la larga derivó en su caída, al alejarse con los invasores españoles.
La gran Tenochtitlan, fue una de las más grandes maravillas del mundo, por encima de muchas ciudades europeas de las que se tenía conocimiento hasta ese momento, sus palacios y grandes edificaciones competían con grandes castillos europeos, pero, la codicia de los invasores españoles provocaron no sólo la caída de este vasto imperio, sino la demolición de esta gran ciudad y toda su belleza arquitectónica y tecnológica.